Amante de la literatura y de la comunicación, una de mis pasiones es viajar. Viajar nos hace más libres, menos prejuiciosos, nos da amplitud de miras, nos vuelve más tolerantes. Ya lo decía Mark Twain: “viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente”. Además, soy de la opinión de que el dinero se recupera, pero el tiempo no.
En cuanto a la tipología de viaje, si bien no tengo nada en contra de los viajes organizados, es más, creo que en alguna ocasión pueden ser una buena manera de visitar determinados lugares, por regla general, prefiero viajar por mi cuenta porque me da más libertad, me siento menos encorsetada, me permite conocer más de cerca la realidad del país que visito y sumergirme en su cultura y, además, disfruto de la planificación y la organización.
Crear un blog en el que narrar mis viajes era una idea que me rondaba desde hacía bastante tiempo. Quizá porque me fascina contar historias, tengo la costumbre de escribir un breve diario de cada viaje que hago. Ello me permite releerlo más adelante y transportarme mentalmente lugares y momentos pasados, evitar que el paso del tiempo borre experiencias vividas y hacer recomendaciones a amigos y familiares que viajan a lugares que yo ya he visitado con anterioridad.
Además, los blogs de viajes siempre me han ayudado a la hora de preparar mis rutas y sus consejos y recomendaciones me han resultado de gran utilidad. Entonces pensé: ¿por qué no compartir mis experiencias con más gente? Y, así, surgió Crónica de un viaje: un blog con el que espero inspirar a otros viajeros en sus próximas aventuras y ser una ventana por la que cualquiera pueda asomarse a aquellos rincones que he tenido la oportunidad de visitar.